El ciclo emocional del inversor
- Admin
- 8 jun 2016
- 4 Min. de lectura
¿Cómo nos comportamos los inversores?
Un índice que lo muestra todo
¿Esta vez será distinto?
“El principal problema del inversor, e incluso su mayor enemigo, suele ser el mismo” Benjamin Graham.
¿Por qué los inversores se comportan de la manera en que lo hacen?
Muchas veces la respuesta a esta pregunta se desvía de la lógica y de la razón. Procesos emocionales, desconocimiento e, incluso, los rasgos de la persona producen complicaciones en sus decisiones.
Por lo tanto, una inversión es más que un simple análisis de precios de activos, dividendos y la compraventa, una gran parte de esta consiste en el comportamiento individual.
Ignorar, o no comprender este concepto, puede tener una influencia perjudicial sobre el rendimiento de la cartera de inversión. Uno de los errores más frecuentes se debe al sesgo emocional. Esto da lugar a que la decisión final se base de sentimientos en lugar de hechos.
Mi intención de este artículo es describir los distintos estados emocionales de los inversores y lo aplicaré al índice S&P 500 comprendido entre el periodo 2004-2010.

1. Optimismo: Observás que tus conocidos ganan dinero invirtiendo en la bolsa y pensás que vos también lo querés ganar. Conocés las crisis del pasado, pero imaginás que “esta vez será distinto”. Entonces decidís comenzar en el mundo de las inversiones, tus esperanzas son altas y empezás a hacer números para saber cuánto dinero vas a ganar en el futuro. Inicias comprando acciones que te recomiendan tus conocidos o que salen en las noticias.
2. Entusiasmo: El precio de tus títulos comienzan a crecer. Realizás nuevos cálculos y ves la posibilidad de mayores ganancias al hundir mayor cantidad de dinero.
3. Emoción: No podés creer cuánto aumentó el precio de los papeles que adquiriste, meditás en retirarte en unos días si las cosas siguen de este modo, pero te encontrás completamente asombrado por lo que ha crecido tu inversión. Te sentís perfecto con los activos que compraste.
4. Euforia: Esta etapa marca la máxima ganancia económica y, al mismo tiempo, el máximo riesgo financiero. La inversión tuvo rápidos y fáciles beneficios, por lo que te volves más ambicioso. Así empezás a pasar por alto la norma básica del control del riesgo y buscás inversiones cada vez menos seguras para obtener altas ganancias en el corto plazo.
5. Ansiedad: El mercado comienza a lateralizar y tus inversiones no tiene los rendimientos que antes obtenías. Comprendés que ganar dinero en la bolsa no es tan sencillo como pensabas. Se inicia una situación incómoda porque el futuro es incierto y te preocupa el resultado de los valores. A pesar de ello, seguís siendo ambicioso y creés que la tendencia de largo plazo sigue siendo positiva.
6. Negación: El mercado empieza a caer más rápidamente y por eso te planteás vender todos los títulos. Pensás que el momento actual es temporal y luego, en el largo plazo, mejorará.
7. Miedo: Comprendés que tus inversiones no son tan inteligentes como pensabas. En este punto deberías tomar las ganancias, a pesar de ser menores a las esperadas, y seguir adelante. Sin embargo, no lo haces, imaginás que va a volver a subir el mercado, no podés conformarte con una reducida ganancia o una pequeña pérdida.
8. Desesperación: Habiendo perdido una porción importante de tu cartera, entendés que no sabes tanto de inversiones como creías al comienzo, tenés una mentalidad de “todo o nada”. Esta etapa se vuelve muy perjudicial para tu estado anímico.
9. Pánico: Es el periodo de mayor stress emocional, te sentís desesperado e impotente. En este momento te encontrás a merced del mercado y no tenés control sobre ello. En este periodo, las masas comienzan a vender (los inversores actúan como masas) y los inversores inteligentes son aquellos que les compran.
10. Rendición: Luego de “la venta de las masas”, la reacción normal es la depresión. Te preguntás porque no vendiste antes al igual que todos los demás. Llegamos a un punto en que hay vender a cualquier precio para evitar mayores pérdidas. En este preciso momento es cuando pensamos “los mercados no son para mí”.
11. Desánimo: Luego de vender las acciones a un precio mucho menor al de compra, asumiendo bastante perdida, perdés la fe en el ámbito bursátil y lo evitarás lo más posible. Aceptás que la única opción para mantener el dinero es el efectivo o un inmueble. Paradójicamente, este punto marca la máxima oportunidad financiera.
12. Esperanza: Te preguntás si el mercado se estabilizó y comienzó a subir, por lo tanto, dudarás de volver a comprar y analizar las posibles inversiones. Finalmente, entendés que el mercado es cíclico y que, en este momento, comienza una tendencia positiva.
13. Alivio: El mercado muestra signos de estabilidad y posible crecimiento sostenido. Pensás en volver a entrar, mirás que la cartera antes pensada ya no parece tan mala y que todos los activos comienzan a recuperarse. Luego de reflexionar pensás que "esta vez será distinto”.
* En ningún caso debe tomarse lo expresado aquí como asesoramiento o recomendación de inversión, simplemente comparto mi visión para reflexionar sobre el tema.
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